Avilés
Avilés se caracteriza por ser una urbe dinámica y viva que ha soportado cambios; debido al crecimiento que la ha ido aportando el paso del tiempo.
Gracias a su situación geográfica, la villa albergaba el alfolí de la sal de Asturias y León, distribuyendo desde el margen izquierdo de la ría la producción de salinas de diferentes puntos de Galicia, Portugal, Francia y Andalucía.
El arte avilesino va desde el románico hasta el siglo XXI, transformando a la villa en un museo que muestra la historia a través de sus edificaciones.
Desde la plaza del Ayuntamiento se crea un entramado de empedradas calles custodiadas por edificios civiles y religiosos que forman su valioso casco histórico. Y junto a esa joya, se levanta el complejo cultural Óscar Niemeyer aportando modernidad a la ciudad.
Los habitantes de la villa eran conocidos como ‘los músicos’ y haciendo gala de su nombre, la fiesta suena en la ciudad. Cada carnaval (Antroxu), la calle Galiana se convierte en un improvisado río de espuma por el que descienden los artilugios antroxeros más originales.
Desde los balcones del Palacio Ferrera cuelgan, en Semana Santa, los emblemas de las cofradías avilesinas que desprenden su pasión por las calles de la ciudad. Las saetas nos transportan al estruendo del gentío de su fiesta más popular: El Bollo.
El lunes de Pascua miles de personas sacan su comida a la calle para hacer de Avilés un restaurante al aire libre. Pero la fiesta no termina aquí. En verano, la ciudad alberga festivales que nos hacen más amena la espera por el 28 de agosto, día de San Agustín, patrono de la ciudad.